jueves, 22 de abril de 2010

La revolución como fuerza creadora

Durante el período de la revolución francesa, la situación en Francia era catastrófica. Políticamente, el país se encontraba bajo el dominio de una monarquía absoluta, en donde el poder del rey y de la nobleza eran la base de este régimen. En el ámbito económico, el país se encontraba en condiciones muy precarias, con una economía totalmente arruinada, y los campesinos estaban agotados a causa del poder feudal.

Todos estos elementos se fueron acumulando durante el tiempo, como una especie de olla a presión, en donde en algún punto tuvo que explotar.

El hecho que denota por primera vez una reacción agresiva por parte de los burgueses (apoyados por los campesinos), fue cuando en medio de una agitada multitud revolucionaria formada por hombres y mujeres, saturados de injusticias y de hambre, se dirigen violentamente a la Bastilla, símbolo del régimen absolutista.

La verdad, es que en mi opinión, dada la situación que vivía el pueblo en ese entonces, este heroico acto fue clave y absolutamente necesario para efectos de un estado en el cual puedan tener participación, voz, y derechos como hombres y ciudadanos. En la práctica, la realidad comenzó a cambiar, ya que esta manifestación atemorizó a los partidarios del antiguo sistema, y sirvió para inclinar la balanza a favor de los revolucionarios, desplazando de esa manera a los nobles y partidarios de un estado basado en el absolutismo.

El pueblo, específicamente el tercer estado, que correspondía al noventa y ocho por ciento de la población, antes de la toma de la Bastilla se encontraba en condiciones realmente insalubres, con niveles de pobrezas que no podían ser peores, y sin derechos políticos. Esta situación fue así por ciclos y sólo iba empeorando a través de los años.

Esta más que claro, que los nobles, la iglesia y la aristocracia (el primer y segundo estado), no reaccionaba frente a las necesidades de las personas, y eran completamente intransigentes con sus comodidades. Es por esta razón que el pueblo reaccionó de manera tan violenta, ya que era la única manera de ser escuchados.

Paralelamente a esto, en las zonas rurales también hubo fuertes levantamientos por parte de los campesinos en contra de los señores feudales, los cuales fueron asesinados y sus propiedades saqueadas e incendiadas. A este movimiento popular que busca la justicia y fraternidad se le conoce como el período del “Gran Miedo.”

Debo admitir que el comportamiento de los campesinos pudo talvez haber sido un tanto menos violento, pero para esta situación, considerando la calidad de vida que tenían en esos momentos, ya sea en el ámbito social, económico o político, el fin justifica bastante los medios. Esto se debe principalmente a que el fin era completamente legítimo para todo ser humano, y no había otra opción para conseguir lo que deseaban si no era a través de la agresividad y la violencia, ya que era imposible negociar con la aristocracia francesa.

Robespierre, quien fue uno de los más importantes líderes de la revolución francesa y es conocido por su dedicación y pasión al proceso revolucionario, escribió “La teoría del gobierno revolucionario”. Esto nos ayuda a entender de manera más objetiva el por qué era necesario que aconteciera una revolución, y la razón por la que esta afecto de manera positiva al país.

Robespierre hace diferencias claras y explícitas entre un gobierno constitucional, y uno revolucionario. Él dice que el principio del gobierno constitucional es conservar la República, mientras que la del gobierno revolucionario es fundarla. También, señala que el gobierno constitucional se ocupa principalmente de la libertad civil, y el gobierno revolucionario de la libertad pública.

Bajo el régimen constitucional es suficiente con proteger a los individuos de los abusos del poder público, mientras que bajo el régimen revolucionario, el propio poder público está obligado a defenderse contra todas las facciones que le ataquen. Por último, y a modo de conclusión, finaliza diciendo que el gobierno revolucionario debe a los buenos ciudadanos toda la protección nacional, a los enemigos del pueblo no les debe sino la muerte.

De esta teoría, podemos observar todas las ventajas que aporta el hecho que un país sea regido por un gobierno revolucionario, siendo esta la única forma de que el pueblo sea escuchado, tenga protección nacional y tenga libertad pública, y por lo tanto, para esos efectos la revolución era muy necesaria. Robespierre en su teoría dice que un gobierno constitucional simplemente conserva, mientras que un gobierno revolucionario va mucho más allá que eso, creando una nación y creando un país.

Estoy seguro de que él estaría muy orgulloso de lo que hizo como líder revolucionario, ya que no solo fue un aporte para su país, sino también fue una gran influencia y ejemplo para otros países del mundo que querían seguir estos pasos. Por otro lado, según Maximilien Robespierre, la revolución tiene un valor intrínseco, no es simplemente un medio, sino más bien el pueblo en sí, en su máxima expresión, unidos por ideales que son la motivación para luchar con tanta fuerza y pasión.

A modo de conclusión, los ideales revolucionarios fueron la base de todas las reformas liberales de Francia y Europa que se realizaron en el siglo XIX, así como también sirvieron de motor ideológico a las naciones latinoamericanas independizadas en ese mismo siglo. Esta ha sido una de las revoluciones más importantes en la historia, porque marcó un antes y un después en el mundo, y fue, y continua siendo la clave de la democracia.

La revolución funda a la nación, y no al revés, pero ¿qué es una nación? Desde el punto de vista socio-ideológico se puede entender a grandes rasgos, como una comunidad humana con ciertas características culturales e ideológicas comunes. Esto es exactamente lo que crea una revolución, que el pueblo se una, compartiendo ideales y objetivos en común, y esto es justamente una de las principales importancias de la revolución francesa, el hecho que fue fundadora de una nación, siendo esto un acto creativo, y no simplemente conservador.

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