miércoles, 21 de abril de 2010

Señor Hobsbawm, ¿Acaso el judaísmo no es una nación?


No es necesario investigar o dotarse de mucha información para saber que la evolución ideológica del ser humano se ha sobrescrito millones de veces, en cualquier rama, incluso dentro de una misma religión. Ya casi no se puede encontrar un mínimo de raciocinio en el que haya perdurado en el transcurso del tiempo, y no hablo de muchos años, incluso dentro de 50 años. Esto es obviamente a causa del ansia humana de buscar la verdad para explicar todo de una mejor manera, o lograr un mejor funcionamiento entre convivencias dentro de una comunidad, buscar el equilibrio en todo. Pero eso no es lo que busca este ensayo, sino que dar cuenta de que una nación, si la definimos como Stalin1 (marxismo) la propuso, hoy en día casi no existen naciones que hayan perdurado por más de 50 años, por decir mucho.

Al igual que tenemos la definición de Stalin, tenemos la definición de Hobsbawm, explicada en su libro “Naciones y Nacionalismo”. Él nos explica de manera totalmente adversa a la de Stalin, diciendo que una nación, para ser llamada nación, no es necesario que tenga tantas características culturales, lingüísticas, o de otra concepción, homogéneas en su población, es decir, que su comunidad necesite tener tantas características compartidas, lo que impediría que se pueda llamar nación a una determinada población hoy en día. Lo explica diciendo que lo importante es que una determinada población tenga requisitos políticos, técnicos, administrativos, económicos homogéneos. Así, podemos sostener que una nación es producto de un estado, no de una concepción de ideologías culturales.

Una excepción a lo dicho en el primer párrafo es el Judaísmo. La única religión en la que sus principios no han sido afectados en absoluto por más de 5 mil años, como su lengua, país, cultura, entre otros. Según Stalin nos podemos dar cuenta de que sí cumple con los requisitos propuestos por él, por lo que esta religión pasa a ser una nación. Es muy importante aclarar que para esta reflexión es necesario suponer que todo judío es practicante total de la religión, ya que el no cumplir con las reglas del judaísmo es producto de influencias externas a ella. Ahora, si analizamos el fenómeno judío con lo propuesto por Hobsbawm no nos va a hacer sentido o simplemente diríamos que el pueblo judío no es una nación. Podemos ver que el judaísmo existió muchos años antes de que se cree un estado para ellos, por lo que en este caso la nación habría producido al estado y no al revés, oponiéndose a los principios de este señor.

Para dar una conclusión y a la vez dar a conocer mi visión respecto al tema, pienso que esta discusión o discrepancia entre Stalin y Hobsbawm ha sido provocada por una carencia en el lenguaje. En este caso existen dos definiciones para una palabra o dos clasificaciones para lo que se podría clasificar de dos maneras distintas y no solo de una. Para clasificar una comunidad, la puedes clasificar por su homogeneidad en su cultura o por otro lado por sus condiciones y requisitos políticos, etc. No es necesario decidirse cuál es el significado de la palabra, ya que al final lo importante no es la semiótica sino la semántica, es decir, no la palabra misma, sino su significado. Pero por cuanto que la palabra nación fue definida primero por la proposición de Stalin, esa debería ser su verdadera definición.

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